Me hace gracia cuando escucho cuestionar el europeísmo de los europeos: que si los irlandeses dicen que ‘no’ a Europa en un referundum, que si los británicos no quieren entrar en el euro, que si los polacos no comparten nuestros valores: ¿qué se yo?: me da igual: decir hoy que los europeos estamos en contra de Europa es una completa sandez.
Esta semana he estado en Bruselas con una cuarentena de capitanes de la Guardia Civil que preparan su ascenso en la Academia de Oficiales de Aranjuez. En 10 años, estarán al frente de la Benemérita. Ya mandan mucho, pero son la generación de recambio: la nueva cúpula dirigente de la Guardia Civil.
Venían a visitar las instituciones europeas, con la mente abierta, sin el tricornio aunque sí con el espíritu de servicio puesto: conscientes de su papel en la sociedad civil, ilusionados con las puertas que abre Europa para el desarrollo profesional.
Confieso que nunca he conseguido sentirme a gusto con el poder y con la autoridad, que siempre mira uno con cuidado: por si las moscas. Pero reconozco que ‘mis’ guardias civiles de esta semana, a los que he contado cómo funcionan las instituciones desde la perspectiva del corresponsal que es conferenciante externo de la CE, me han llegado al alma. Los traía a Bruselas Marta Múgica, responsable en España de «Team Europa» y de los programas de comunicación con la sociedad de la Comisión Europea. Y Marta estaba tan encandilada como yo por la altura intelectual de nuestros visitantes: hombres y mujeres, europeos y europeas que, sin el traje verde nos parecían tan vulnerables como usted y como yo.
Los ‘civiles’ que he tenido el honor de conocer esta semana en Bruselas eran inteligentes y se les veía preparados, sensibles a las dificultades de hacer Europa: humanos.
Conscientes de que necesitan conectar más con Europa y con los ciudadanos. Venían de visitar el Parlamento Europeo, donde se habían hecho fotos todo ufanos en el hemiciclo, antes de que nos sentáramos a descifrar juntos el ‘spagetti’ de la co-decisión, tan importante (tal vez) pero tan infumable, tan imposible de entender para el ciudadano de a pie e incluso para los mismos europarlamentarios.
¿Qué les preocupa a nuestros jóvenes cachorros de la Guardia Civil? Pues lo mismo que a usted y lo mismo que a mi.
Saber si los líderes políticos europeos darán la talla para sacarnos de la crisis: por qué el dinero de Europa no es más asequible al ciudadano sin que tengas que hacer una tesis doctoral o pagar a un consultor para conseguir ayudas o beneficios de un programa europeo: cómo nos ve el amigo norteamericano: ¿debemos dejar entrar a los turcos en el club?: por qué no nos cuentan mejor Europa nuestros políticos: ¿cómo es eso de que los eurodiputados no saben idiomas?: si los irlandeses han dicho que ‘no’ una vez al Tratado de Lisboa, ¿es legítimo y democrático seguir insistiendo hasta que digan que sí?
La hora y media de ‘brainstorming’ se nos quedó corta. Porque ellos querían saber más y más; Marta y yo también. Los periodistas tendríamos que dedicar un poco menos de tiempo a los políticos y mucho más para escuchar a la sociedad civil, incluso si son militares… y llevan tricornio.