En aquella entrevista, la primera con el líder comunista, después de 37 años de exilio, Santiago Carrillo ya se había probado la peluca y se había paseado con ella por las Ramblas de Barcelona. José-María Brunet y yo no lo supimos entonces, cuando pasamos siete horas con él en su exilio de París. La entrevista la hicimos en casa en un suburbio parisino un fin de semana. Brunet y yo éramos becarios entonces en el ‘Diario de Barcelona’, El Brusi. Era, la última entrevista de Carrillo en el exilio… y a nosotros y casi nos echan del periódico por habernos ido a entrevistarlo sin contárselo a nadie. Creo que nos salvó Miguel Ángel Bastenier, jefe de Internacional en aquel entonces, que supo reconocer el valor de aquellos dos locos en busca de la exclusiva.